sábado, 17 de agosto de 2013

El fracaso de la incineración


Los proyectos fallidos. La Generalitat Valenciana apoya la construcción de al menos tres incineradoras de residuos para dar salida a las basuras urbanas de toda la Comunitat Valenciana. Asegura que es la mejor opción, pero ninguno de los proyectos anteriores obtuvo consensos para cuajar.

La historia de las incineradoras de residuos en la Comunitat Valenciana es la historia de un fracaso y el anticipo más claro de la instrumentalización política de un tema capital que más tarde se evidenció abiertamente con motivo del debate sobre el Plan Hidrológico. Antes que el trasvase fueron las incineradoras y ni uno ni otras se han abierto paso en la geografía valenciana.
La consellera Isabel Bonig ha vuelto a poner en el debate político la conveniencia de poner en marcha hasta tres incineradoras de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) después de que su formación política, el Partido Popular, haya torpedeado un proyecto para residuos industriales aparentemente maduro, aunque muy discutido, como el de L'Alcora, o paralizado a medio camino el proyecto de incineradora de RSU en la Vall d'Alba, también en Castelló.
Sin embargo, no hay nada claro todavía. Hace cinco años, el director general de Calidad Ambiental, Jorge Lamparero, con competencias más o menos declaradas sobre residuos desde los tiempos del Pacto del Pollo (PP-UV), en 1995, comentaba a sus colegas autonómicos durante un viaje a Praga que iba a construir "si o sí" tres incineradoras en la Comunitat Valenciana. Hace tres años, la opción más clara-y así se anunció- era quemar los residuos en las cementeras de Buñol, Sagunt y San Vicente. Ahora vuelven con fuerza las incineradoras.
Desde 1990, cuando el cierre del entonces vertedero del área metropolitana de Valencia, en Basseta Blanca (Riba-roja), planteó la "urgente necesidad" de construir una incineradora de RSU, los fracasos se han acumulado en el marcador del PSOE y, sobre todo, del Partido Popular, que gobierna con mayoría absoluta en la Generalitat Valenciana desde 1995.

La historia "interminable"
Alcaldes del Partido Popular, empujados por su propio partido, han apoyado la incineración para ver como después les abandonaban a su suerte las mismas instituciones que le propusieron el proyecto. Otras veces han sido alcaldes del PSPV los que han aceptado el "sacrificio" de albergar una incineradora en contra de su partido y con el favor inicial -a veces disimulado-de la Generalitat. Ni uno ni otro tipo de proyectos han prosperado, en parte por la ineficiente gestión política, por la presión vecinal y ecologista y también-y esta es la historia menos conocida del fracaso de las incineradoras- por la guerra, las más de las veces sucia, declarada entre las grandes empresas de residuos y constructoras, ávidas de ganar concursos que son, en la práctica, un monopolio de ingresos garantizados durante décadas, según fuentes del sector.


Aldaia, donde desde hace décadas se sitúan las instalaciones de tratamiento de Fervasa, fue la primeras candidata fracasada a albergar una incineradora para los RSU de Valencia y su área metropolitana. Rita Barbera o más recientemente el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, partidarios de la incineración se han llenado la boca sobre la inocuidad de las instalaciones recordando que grandes ciudades como Paris o Viena tienen incineradoras, pero ni una las quiere cerca de Viveros ni el otro en el parque Ribalta. En Valencia hay, de hecho, una incineradora de lodos en la depuradora de Pinedo, pero nunca ha funcionado.
A Aldaia se siguieron Manises, Picassent, Montserrat, Sagunt, Torrebaja o la Vall d' Alba mientras que desde hace unos meses se habla con insistencia de Caudete de las Fuentes. 
Mientras, los Serratosa se estrellaban estrepitosamente en Buñol en su intento de construir una incineradora de residuos industriales en 1994 y ni siquiera la otrora poderosa Sedesa fue capaz de sacar adelante una incineradora industrial en Zarra, donde también la Diputación de Valencia fracasó cuando propuso una "instalación medioambiental" que olía a incineradora de RSU.
Otros fracasos sonados fueron los de las incineradoras de residuos sanitarios que se proyectaron para el antiguo hospital de La Fe en Valencia o en Agost, que le costó 7 años y medio de inhabilitación a su alcalde por retirar una licencia que ya había concedido en 1995. Así son las incineradoras: siempre acaban quemando.




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