En las últimas fechas se han producido dos hechos graves
para el futuro de Castellón. La presentación de un nuevo Plan de Residuos para
la Comunitat Valenciana y, en segundo lugar, la entusiasta aceptación del mismo
por parte de las autoridades castellonenses. El plan no ha sido consensuado y
presenta como propuesta estelar la instalación de plantas incineradoras en
nuestro territorio. De entrada ya anunciamos nuestra oposición al tema. Ni el
fondo ni las formas son admisibles. Lo cierto es que se veía venir. La
querencia del partido del gobierno por este modelo de tratamiento de los
residuos había sido planteada, pero la presentación del PIR (plan integral de
residuos) confirma los peores pronósticos. Estamos ante una interpretación
perversa de la normativa marco europea. Pero, sobre todo, estamos ante un acto
de capitulación en toda regla. Capitulación por no querer aprovechar todas las
alternativas posibles a la incineración. La reducción, el reciclaje y la
reutilización son tres ejes cruciales para entender y dotar de consistencia un
modelo distinto, más sostenible y más saludable.
La incineración constituye una amenaza para la calidad de
vida humana y ambiental. No deberíamos entregarnos a ella cuando existen
alternativas que tan solo se han insinuado levemente. Queda mucho recorrido en
ese sentido y como sociedad tenemos todo el derecho del mundo a defender un
modelo más sensato y cabal. Los planes de residuos deben ser diseñados y
discutidos con una vocación mucho más abierta, transparente y participativa. No
pueden hacerse contra la oposición política ni contra la ciudadanía.
Otra cuestión destacable es el difícil encaje de la
incineración en un modelo global de provincia que pretendiese apostar por un
paradigma económico basado en el turismo. La marca, es decir, la idea fuerza
que proyecte este territorio, resulta incompatible con realidades como la incineración
o el fracking, por citar dos ejemplos. Si queremos sostener una estrategia
territorial que ponga en valor el turismo de calidad, el paisaje, los
ecosistemas, el medio ambiente, la salud, etc., parece evidente que tenemos que
examinar con pulcritud todas las medidas cuyo alcance pueda distorsionar el
reto principal. La reputación de un territorio surge de la suma de las
decisiones que tomen sus poderes públicos y actores económicos. Como provincia
de Castellón tenemos que saber qué queremos ser de mayores y a qué podemos
aspirar. Estoy plenamente convencido de que el futuro nos aguarda con grandes
oportunidades siempre que no nos lo queramos negar nosotros mismos.
*Secretario general provincial del PSPV-PSOE
Fuente: Mediterráneo
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